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120aJUAN MANUEL CORTÉS COPETE
ción de sesiones del senado legalmente válidas fuera del suelo romano, del
ager Romanus. Tanto el suelo de Italia como el suelo provincial carecían de
las cualidades necesarias para que las operaciones religiosas de la inaugura-
ción tuvieran lugar. La ficción jurídica de considerarlo pro sacro no era sufi-
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ciente para cualificar políticamente el suelo provincial . Por eso, el senado
sólo podía reunirse en Roma y, fuera de ella, en un área de una milla más
allá del pomerium.
4. Un emperador ecuménico vs. un senado romano
En verdad, el interés por la estrecha relación existente entre la ciudad de
Roma y el senado legalmente constituido es una cuestión que pervivió du-
rante, al menos, los dos primeros siglos del imperio. El intento de Galba de
constituir un senado alternativo en Hispania mantuvo, durante algunas se-
manas, abierta la cuestión. Sin embargo, hubo una crisis aún más importante:
la llegada de Adriano al trono.
Como es bien sabido, la sucesión de Trajano fue un proceso lleno de pro-
blemas y sombras que la historiografía moderna se ha encargado de amplifi-
car. En otro lugar tuve ocasión de mostrar que el asunto, tal y como se nos
presentaba en nuestras fuentes antiguas, se reducía al enfrentamiento entre la
realidad y los rumores que difundieron quienes se oponían al nuevo empera-
dor, Adriano, y su decisión de abandonar las conquistas más allá del Éufra-
tes. El vigor de estos rumores, sin embargo, se apoyaba en unas circunstan-
cias excepcionales que alteraron definitivamente el equilibrio de poderes en
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el imperio y que rompieron el vínculo entre la Urbe y el poder imperial . La
trascendencia de aquellos acontecimientos exige un examen más atento.
Es innegable que Trajano había preparado a Adriano como sucesor. El
cuidado puesto en su formación militar y política, así como el estrecha-
miento de los lazos familiares a través del matrimonio con Sabina son la
prueba de sus intenciones. Cuando llegaron a Siria, Adriano asumió altas
responsabilidades durante la campaña como legatus Augusti. Cuando Traja-
no decidió volver a Roma, él quedó como el jefe supremo de los ejércitos
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reunidos para la guerra . Sólo un insensato habría promocionado así a un
senador para, al final, no hacerlo su sucesor. No habría habido mejor invita-
ción a la guerra civil.
19 ANDO, 2015, p. 7-28.
20 CORTÉS COPETE, 2014.
21 GALIMBERTI, 2006, p. 15-30.