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ADRIANO Y LA CONSTRUCCIÓN DE GOBIERNO ITINERANTEa133

                           los desencuentros de los primeros meses y últimos meses del reinado, fue
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                           maltratado,  sino  más  bien  al  contrario,  exaltado  en  su  dignidad .  Como
                           afirmaba Casio Dion, Adriano trató todos los asuntos más importantes por
                           medio del senado. Por eso, el biógrafo dice que, cuando el emperador estaba
                           en Roma o en las cercanías, se esforzaba por asistir a las sesiones de la cu-
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                           ria . Además, por primera vez en la historia de Roma, los senadoconsultos
                           adquirieron fuerza de ley. Podría parecer, efectivamente, que el senado se
                           había visto engrandecido en su dignidad gracias a Adriano.
                             Sin embargo, es necesario notar que los senadoconsultos tenían fuerza de
                                                                        56
                           ley sólo cuando emanaban de una oratio principis . Era la autoridad impe-
                           rial la que le otorgaba plenitud jurídica y no la autonomía del senado. Y esta
                           es la clave central de la relación entre Adriano y el senado: este, confinado
                           en Roma, se había vuelto un órgano político dependiente del emperador. El
                           poder estaba en el emperador y, por lo tanto, estaba donde estuviera el empe-
                           rador, y no en Roma.
                             Trajano partió de Roma en el año 97 incapaz de pensar que él habría de
                           suceder a Nerva. Cuando volvió en el 99, se invocó a la Fortuna Redux, co-
                           mo se había hecho con tantos otros  emperadores  antes,  empezando  por  el
                           propio  Augusto.  Sin  embargo,  emergió  con  fuerza  el  nuevo  ritual del  ad-
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                           ventus Augusti , que se consolidaría con Adriano. El emperador había sido
                           creado fuera de Roma, por lo que a la Urbs sólo le quedó, como a cualquier
                           otra ciudad del imperio, esperar a que entrara en la ciudad. Entonces, el pue-
                           blo, el orden ecuestre y el propio senado, acompañados por la diosa Roma,
                           salieron a recibir a aquel emperador que había accedido al trono y que go-
                           bernaba extra Urbem. La metamorfosis del poder imperial ya era una reali-
                           dad. No otra cosa significaba el consejo que Pompeyano dio al timorato Có-
                           modo: «Roma está donde esté el emperador».


















                             54  GALIMBERTI, 2006, p. 45-71.
                             55  Cass. Dio, 69.7.1; HA Hadr. 8.6.
                             56  CORIAT, 1997, p. 101-109.
                             57  BENOIST, 2005, p. 66-79.
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