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132aJUAN MANUEL CORTÉS COPETE

                           tralizar toda la información. No existe un indicio directo que hable de los ar-
                           chivos adrianeos en Roma. Sin embargo, una carta del emperador demuestra
                           el interés de Adriano por estos asuntos y su capacidad para tomar las medi-
                           das necesarias para habilitar los medios que permitieran el archivo de la do-
                           cumentación. Se trata de la carta con la que Adriano prometió a la liga de
                                                                                 52
                           atletas un edificio para que sirviera de sede central en Roma . Decía así el
                           emperador (l. 7-8):

                             Καὶ τόπον ἔνθα βοῦλεσθε κελεύσω δοθῆναι ὑμεῖν καὶ οἴκημα
                             ὡς τὰ γράμματα ἀποτίθεσθαι τὰ κοινὰ.

                             Ordenaré que se os entregue también un lugar donde queráis y un edificio pa-
                             ra que depositéis vuestras cartas comunes.

                             Si para el sínodo de atletas Adriano era capaz de tomar unas medidas que, en
                           buena medida, estaban destinadas a acoger los documentos que él mismo había
                           generado, no deberíamos dudar que otras disposiciones similares, pero de mayor
                           calibre, se tomaron para la administración del imperio. No conocerlas ahora es
                           sólo un incentivo para seguir buscando los indicios de su existencia.



                           8. Conclusiones


                             Con Adriano, el poder imperial cortó, de alguna forma, su cordón umbilical
                           con la ciudad de Roma y se hizo autónomo con respecto a la histórica sede del
                           poder político. Accedió al trono imperial en Antioquía de Siria, sin contar con el
                           senado y con el apoyo firme del ejército. Viajó por todas las provincias de ma-
                           nera incansable para iniciar un diálogo fructífero con los provinciales, tanto ciu-
                           dades, como asociaciones y  particulares.  Transformó  la  administración,  espe-
                           cialmente la cancillería, tanto en sus servicios de cartas como el de peticiones,
                           para poder continuar el diálogo con los súbditos. Esta transformación se hizo,
                           además, pensando en los requerimientos que imponía el viaje como instrumento
                           de gobierno. Era necesario atender esas necesidades que nacían en el territorio
                           con la obligación de mantener archivos generales que aseguraran la posibilidad
                           de validez universal de las medidas adoptadas.
                             Sin embargo, ninguna de estas medidas se tomó contra Roma, contra la
                           Urbs que había creado el imperio. Adriano se mantuvo siempre devoto de
                           Roma y se consideró un amante fiel de la ciudad, a la que engrandeció y em-
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                           belleció con obras y fiestas magníficas . Ni siquiera el senado, más allá de

                             52  OLIVER, 1989, n. 86.
                             53  BOATWRIGHT, 1987. CARANDINI, PAPI, 2019, p. 11-190.
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